PALABRAS SOBRE LA DIFERENCIA


Lo que vamos a presentar es una cosa un poco extraña. Por una parte, todo el cine es documental, pero por otra parte, esta película puede no ser un documental, porque es una película muy independiente y con un tratamiento muy especial. (...) A mí me apasiona la relación entre las imágenes y el poema, y lo que ha hecho David Francisco no es trasladar los poemas ni la vida de Ángel Guinda a la pantalla, es otra cosa, es un diálogo, y ahí está su originalidad, su interés y su riesgo, porque esto es un tipo de cine muy arriesgado. (...) Me apasiona el tema de dónde está la poesía en el cine, no eso que llaman cine poético, sino dónde reside a veces la poesía en el cine, por eso me ha interesado tanto esta película. Es muy acertado lo que ha conseguido David, cómo nos cuenta, cómo nos introduce en el mundo poético de Ángel Guinda, en la obra, en la personalidad de Ángel Guinda, y cómo lo hace, con entrevistas, con imágenes... es muy fluido, surge, (...) y fluye porque hay mucho movimiento, carreteras, luces, caminos... también la poesía es un camino casi siempre, y de alguna manera hay un sistema de correspondencia. A veces se detiene en pequeños detalles, y a veces se detiene cuando el poema no se detiene, y eso es bastante novedoso.

El poeta Miguel Losada en la presentación en el Ateneo de Madrid.


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Nacemos transparentes y todo armoniza por la diferencia. Esa es una de las muchas imágenes poéticas que contiene “La Diferencia”, una película de David Francisco construida alrededor de los recuerdos cristianizados en palabra de Ángel Guinda (Premio de las Letras Aragonesas 2010)

El poeta zaragozano, en poco más de cincuenta minutos, repasa su devenir por la poesía, desde aquél día lluvioso en el que observó a una pareja de metal bajo la protección de un paraguas, y allí, en el por entonces Paseo María Moreno de Zaragoza, Ángel Guinda cayó subyugado por el magnetismo de la poesía. La revelación lo alejó definitivamente de las disecciones médicas a las que se veía abocado por tradición familiar. Bajo el influjo de esa posesión surgieron los primeros escarceos poéticos que tuvieron, en la figura de Carmen Sender, la crítica necesaria para reconocer lo poco literario de esos primeros textos, y a la vez convertirse en el oráculo que abrió la puerta a las lecturas, que llevarían a Guinda a los terrenos de la validez literaria.

La imagen del poeta se perfila entre el humo que desprende el pitillo prendido en sus dedos. Prenda de aquella necesidad inicial para relacionarse con el mundo literario que lo rodeaba. Un adolescente en busca de los veteranos, la primera lectura poética de su obra y la vida se trasvasa a la muerte. Llegaron los coqueteos con las drogas para abrir nuevos caminos, puertas hacía la vida ávida y a una cierta ansiedad por las críticas. Sin embargo fue una de esas reseñas la que le impulsó en su camino de constancia y búsqueda del compromiso poético.

El cambio del espacio fue fundamental para su obra. Salir de Zaragoza y situarse en Lavapies, un lugar que le permite el aislamiento del mundo en la soledad de su casa y al otro lado del portal, a tan sólo un paso, encontrarse con la enriquecedora diversidad de nacionalidades, credos y pigmentos que le sitúan en un barrio donde vivir es querer vivir.

Ángel Guinda repasa los temas que desfilan por su obra. Una lista de siameses: La vida como resistencia a la muerte y el paso del tiempo a modo de puente entre ambas. La soledad y la solidaridad. La juventud y la vejez. El miedo interior frente a la fantasmal realidad del mundo exterior. Y una triada conformada por amor, sexo y erotismo. Dos retos motivan la poética actual de Guinda. Por un lado la expresión minimalista y por otro, el poema de largo aliento. De nuevo la dualidad entre versos tan breves como “con con” y un poema en prosa fragmentada y avalancha espectral. Y en cada una de esas bifurcaciones del camino descubrir que toda la vida es errar, escuchar eternamente y dejarse germinar. Un camino jalonado de palabras donde la poesía se presenta como una de las mejores soluciones para sobrevivir ante la muerte.

“La Diferencia” es una película para escuchar con detenimiento. Un valioso testimonio de un poeta poseído por la necesidad vital de expresarse. Las palabras de Ángel Guinda y las imágenes de David Francisco nos muestran una visión particular del mundo, la poesía y la labor del poeta. La mezcla de estos dos creadores conforman una excelente comunión dónde el mensaje literario se con con-funde en una iconografía sencilla que resalta el sonido del verso, el pulso del autor que, a semejanza con la digitación de un pianista de jazz, recita sus poemas con rotunda delicadeza, la misma que utiliza para hablarnos de su vida, sus obras y sus motivaciones.

Javier López Clemente en su blog 'La curvatura de la córnea'


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Todo armoniza por la diferencia…

Esta tarde me he hecho un pequeño hueco en la agenda para acudir a la V Muestra Audiovisual Aragonesa ProyectAragón, que dirige Vicky Calavia. En estas semanas electorales, me alegro de haber podido asistir al estreno de La Diferencia, un documental de David Francisco sobre el gran poeta Ángel Guinda, Premio de las Letras Aragonesas. Lo recomiendo, de verdad

David Francisco ha realizado un estupendo trabajo para que la imagen se funda con los versos, entre explicaciones y reflexiones del propio Ángel Guinda sobre sus inicios en la poesía, su evolución posterior y su concepción del arte. Qué placer volver a escuchar de su voz poemas que nunca (me) dejan indiferente.

Un auténtico regalo perderme durante una hora en su poesía, recitada con esa voz profunda, inigualable y apropiada que tan pocas personas poseen, con la que David Francisco busca (y logra) dialogar -como señalara Miguel Losada durante la presentación del documental en el Ateneo de Madrid- mediante una acertada textualización de imágenes, luces, colores y movimientos.

Cultura. Pensamiento. Introspección. Solidaridad. Reivindico la cultura y reivindico la poesía, en particular, una y otra tan denostadas en estos tiempos de rentabilidad económica, mercados financieros, déficits, deudas y primas de riesgo. Y las reivindico ahora más que nunca, cuando nos abruman con la imperiosa urgencia de leer las columnas periodísticas de tertulianos y analistas de esta crisis integral que jamás debería apartarnos del arte y de la cultura ni hacernos olvidar que uno y otra nos hacen ser más (y seguramente mejores) personas.

Gracias Vicky Calavia (no me imagino Zaragoza ni Aragón sin tu dinamismo), gracias David Francisco por este regalo y enhorabuena. Y muchas gracias, querido Ángel, por tu sencillez y tu cercanía que te hacen aún más grande.

Nieves Ibeas en su blog

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'Proyectaragón'

Ángel Guinda rememora su vida como poeta en 'La diferencia'


El documental, dirigido por David Francisco, se estrenó ayer en el salón de actos de la CAI Luzán

Ángel Guinda y David Francisco, entre el público, ayer. Foto: Chus Marchador

DANIEL MONSERRAT 15/11/2011

Era una tarde gris, cerrada, cuenta Ángel Guinda en La diferencia. Su padre le había matriculado en Medicina, pero él lo odiaba con todas sus fuerzas. Lloviznaba en Zaragoza cuando Guinda se paró en el Paseo Marina Moreno (actualmente, Paseo de la Constitución), junto a la escultura de una pareja abrazada que se amaba bajo un paraguas. Y allí lo vio claro: "La poesía se me apareció como una obsesión y comprendí que quería continuar el camino que marcó Gustavo Adolfo Bécquer". Desgarrador, sencillo y relajado en el estudio de su casa. Como es él. Así arranca el documental La diferencia dedicado al poeta que ayer estrenó David Francisco en el salón de actos de la CAI Luzán, incluido dentro de la muestra Proyectaragón.

RODAJE SENCILLO "Fue todo muy sencillo --explicó el propio David Francisco--, le junté dos mañanas en su propia casa y le dejé que relajado me contara toda su experiencia vital y que rememorara su carrera". Así, La diferencia está grabado principalmente en el estudio de Guinda en Madrid y, entre las anécdotas de su vida, se van intercalando imágenes urbanas y rurales mientras el propio Guinda, a través de una voz en off, va recitando buena parte de sus creaciones.

"Para David (Francisco) que fue alumno mío, este documental es una obra de arte, quizá su primera, pero para mí es un testimonio que dejo a todos mis amigos para el día en que yo no esté en este mundo que no me gusta nada, me recuerden y se echen unas risas", señaló Guinda, Premio de las Letras Aragonesas 2010. Precisamente, ese galardón fue el que dio pie a este documental, según relató su propio director: "En realidad, lo hice porque parecía que con el galardón del año pasado, su carrera iba a tener un repunte y un reconocimiento más que necesario, pero no fue así, y como nadie le hacía este documental, pues se lo hice yo, que soy el último mono".

El documental, que tiene una duración de 54 minutos aproximadamente, hace un repaso desde los inicios de Guinda en la poesía hasta la actualidad. En él, el poeta, rinde homenaje, entre otros, a Carmen Sender (hermana de Ramón J. Sender), que había sido su profesora en el curso preuniversitario: "Cuando vio mis primeros poemas que yo escribía en vez de ir a clase en el Parque Grande, me dio una lista de 50 o 60 poetas para que viera qué tenía que hacer porque aquellas primeras creaciones, me dijo, no tenían validez literaria. Sin ella, desde luego no hubiera conseguido nada".

Crónica de la presentación en Zaragoza, El Periódico de Aragón (15/11/11)


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"La diferencia", un documental de David Francisco

Por Don Quiterio

En las entrañas de numerosas películas que parecen insignificantes, anecdóticas, películas con escasa acción, de pronto hay vida y el espectador las celebra como merece.

Lo sabe Jaime Rosales, un extraordinario director capaz de, con un par de escalofriantes escenas, cambiar el rumbo a una historia y la perspectiva. Y existen, también, filmes que intentan conectar con el público desde un avaro ahorro narrativo pero que, finalmente, fracasan porque acaban antes de comenzar. David Francisco (Madrid, 1987), responsable de “La diferencia” (2011), se encontraría en un justo término medio. No es, desde luego, Jaime Rosales, pero su documental tampoco resulta del todo desdeñable. Se trata, en todo caso, de un atípico y arriesgado recorrido por la vida y la obra del poeta Ángel Guinda (Zaragoza, 1948). Entre las anécdotas de su vida, se van intercalando imágenes urbanas y rurales mientras el propio Guinda, a través de una voz en off, va recitando buena parte de sus creaciones, en una suerte de diálogo con la poesía, confrontando y uniendo dos mundos paralelos, la imagen y la palabra.

Poeta y crítico literario, profesor y traductor, Ángel Guinda se deja llevar por su amor por la palabra y la escritura, el placer de la lectura, aunque hoy en día ya no se pueda escribir por mero placer. Como una especie en extinción, el protagonista de este documental apuesta por el intelecto, el saber y la paciencia. Y si hay estilos para todos los gustos, también los hay para uno en particular: el del gusto por la palabra. Por eso habla de que la poesía se le aparece como una obsesión, cuando descubre una escultura de una pareja abrazada bajo un paraguas, en uno de los principales paseos zaragozanos, y comprende que quiere continuar el camino que establece Bécquer, Panero, Colinas o Gimferrer. Por eso, también, rinde homenaje a Carmen Sender –la hermana de Ramón José-, su profesora en el curso preuniversitario y principal valedora. Y recuerda su juventud y sus primeros años como escritor. Y cuenta cómo llega la poesía a su vida. Y explica su propia visión del mundo, de la poesía en general y de la labor del poeta.

Alejado de cualquier concesión a la narrativa comerical, el documental busca un procedimiento fílmico no instalado en un modelo de representación tradicional y plasma una mirada interior, nada explícita, solamente insinuada. “La diferencia”, en efecto, no es una película corriente ni un documental al uso, es algo diferente, una crónica audiovisual que mezcla teorización sobre la poesía con poesía misma. Así, Ángel Guinda se muestra en su intimidad, en sus inquietudes y temores, y explica las claves de sus poemarios, de su escritura, de su periplo vital y de las sombras que le persiguen. La poesía, para él, sirve para pensar, para sentir, para evocar. La poesía, como la belleza, es una aparición, una constatación de la realidad o, en última instancia, una conspiración contra el estado de las cosas. También es espejo y, a veces, espejismo, pero, siempre, una iluminación. También manifiesta que el arte ayuda al ser humano a sobrevivir y representa un refugio. La literatura, en fin, libera y quien domina el lenguaje se domina a sí mismo. Incluso a los demás.

El autor de “Vida ávida”, “Claustro”, “Conocimiento del medio” o “Espectral” necesita ser dueño de una identidad personal en tiempos en los que el poder deshace individuos para hacer ciudadanos, y diserta sobre sus fantasmas, obsesiones y recuerdos. Rebelde y seductor, romántico y pícaro, heterodoxo y con mucho sentido del humor, Guinda también se muestra en el documental de David Francisco como un hombre trágico, atormentado, que fue denunciado por un texto y condenado por blasfemia y escándalo público, y que convive con la muerte. Su poesía nace de la muerte de su madre en el parto y ese drama le condujo a la necesidad terapéutica y estética de luchar contra la muerte mediante la creación poética. Para él, las palabras son seres vivos, semillas cargadas con el silencio de los mundos. Vive con el silencio y convive con las palabras. Sin ellas no sería nada, sería nadie, o acaso el misterio y la suprema sencillez de una piedra o una gota de lluvia.

El realizador David Francisco, que ya había realizado dos cortometrajes sobre la figura de Ángel Guinda (“Una fuerza hipnótica” y “Entrevista a mí mismo”), toma el título de su documental de un poema homónimo del autor incluido en el libro “Claro interior”, y cuenta su pequeña historia combinando imágenes, declaraciones y poemas. Y se muestra apasionado por retratar a un contemporáneo mayor, que fue incluso su profesor. A veces, el resultado deviene en un producto excesivamente domesticado, poco revelador. Acaso falla la voluntad de indagar detrás de la leyenda. El director parece conformarse con ejercer de hagiógrafo y puede torpedear cualquier otra visión alternativa. Pero tampoco exageremos, que David Francisco sabe perfectamente, aunque no sea Jaime Rosales, que el documental con personajes supera a menudo al drama de ficción en su capacidad para trazar retratos humanos de cierta hondura, al disponer de mucho más material para seleccionar y eliminar en la sala de montaje. Ahí está la diferencia.

Don Quiterio en la web El Pollo Urbano